Concebidas para un período más breve de exhibición, estos montajes permiten presentar contenidos nuevos y experimentales, estimular el interés de diferentes sectores del público con distintas temáticas, propuestas y enfoques; así como rotar la exhibición de piezas o colecciones que normalmente permanecen en bodega. Son proyectos que hacen posible maximizar los recursos y espacios del museo, además de alentar la creatividad en el uso de materiales y técnicas expositivas.
El dibujo es un elemento abstraído del complejo pictórico, que en virtud de su fuerza expresiva se convierte en un arte independiente; por otro lado, cuando el dibujo antecede a la pintura, llega a ser el ejercicio preparatorio que constituye el medio gráfico donde el Jorge Chávez Carrillo representa las ideas iniciales de sus composiciones, que posteriormente plasma sobre lienzos o cualquier superficie destinada a su creación. Concibiéndolo como boceto, su dibujo puede transformarse y evolucionar desde el proceso de composición inicial, hasta llegar a su concreción definitiva.
Para el artista, la importancia de captar a las aves voladoras no radicaba precisamente en la puesta en valor de la avifauna colimense, a pesar de que las especies plasmadas en sus telas son las especies que él observaba en su contexto, desde una paloma, hasta una elegante lechuza. Su pintura crea una ilusión, la de poder aproximarse a las aves a través de una experiencia transversal que va del color a la forma, y permite contemplar una obra que en su trasfondo, nos habla de la apreciación estética de Chávez Carrillo hacia las aves que se avistan en el campo, en el mar, en la plaza o simplemente posadas en las cornisa de alguna casa, y su necesidad de reconocerlas y pintarlas.
Siempre buen observador, Jorge Chávez llevó a sus lienzos como uno de sus temas recurrentes, a los animales terrestres y domésticos; trató con gran creatividad los efectos de su plumaje y las cualidades de su configuración orgánica en matices vívidos y profundos. Su maestría en el dominio de la forma se aprecia en la simplificación de ésta y en su afición en aplicar texturas que parecen fundir en un mismo elemento, al protagonista animal con el fondo de la composición.
Las construcciones visuales de triángulos isósceles convertidos en velas de embarcaciones y peculiares pelícanos de estructura rectilínea, interrumpen el trazo del horizonte y participan en conjunto para crear paisajes marinos de una apacible estampa antagónica a la dinámica composición, suceso que se traduce en una dualidad insigne.
En lo profundo, en verdes y azules aparecen cardúmenes de peces y caracolas, que en su fría gama tonal, permiten convivir entre ellos a algún crustáceo, molusco o sirena.
Una planta, un fruto o una mariposa bajo el pincel de Jorge Chávez, pueden tomar un orden dramático o de fragilidad, transmitir belleza y energía. Más que una simple representación naturista, sus cuadros bajo estas materias reflejan la personalidad artística del autor. El tema es una excusa para mostrar una parte de sí mismo y de su fuerza al trabajar en un acto puramente artístico, en un enlace con la naturaleza y la facultad de capturar su estética en la pintura.
También conocidos como naturaleza muerta, los bodegones son un género pictórico que se centra en la representación de objetos, flores y frutas a partir de un carácter inanimado. Desde una perspectiva figurativa exaltan un claro dominio de realismo. Si bien la solución pictórica que los define en sus inicios es oscura y en tonos sepias, Jorge Chávez Carrillo anexa color y luminosidad a sus propuestas, al tiempo que destaca la presencia de elementos traslúcidos. Más allá de cualquier tendencia circunstancial, las piezas revelan un atrevimiento técnico que se contrapone al estilo clásico de los bodegones. En su obra se puede apreciar la composición de objetos entre los que destacan caracoles, peces, y objetos simples en un entorno común. La pincelada gruesa determinada por una exquisita pureza de color sugiere texturas visuales que revelan el paso del pincel sobre la superficie en una manifestación de armonía cromática.
Un estudio, en la definición gráfica de un objeto real que se concibe por un conjunto de líneas y contornos. Desde una perspectiva pictórica, su propósito fundamental es describir objetos en su aspecto ordinario. En el estudio constante de las formas J. Chávez Carrillo concibe un conjunto de piezas que unen de forma transversal composiciones geometrizadas, elementos abstractos, formas simplificadas y fragmentos de cuerpo humano. En cada pieza explora desde una perspectiva estética los antecedentes de la vida y la anatomía humana. El espacio pictórico lo resuelve a través de manchas extendidas sobre la superficie, que dan como resultado texturas cargadas de fuerza expresiva y dotan de volumen a sus pinturas, en una habitual solución plástica de tonalidades desaturadas y colores puros que transitan armoniosamente entre los verdes, azules, violetas, naranjas y neutros.
##EXPOSICIONES##